domingo, 25 de enero de 2009

PARA VICTOR

Pachuca, Hidalgo, 16 de junio de 2001.


Mi querido Victor, ¿por qué no me avisaste? Debías llevar una carta para mi madre, ahora vas a conocerla. Espero que ella te acompañe y te guíe; que te abrace cuando tengas miedo y te de su calor cuando sea intenso el frío. Tú sabes, mi Victor, que yo no creo en la vida después de la muerte, que no tengo un dios, que no tengo fe. Soy afortunada porque a pesar de este vacío he tenido amigos quienes me han amado y a quienes yo amo. Tú eres uno de ellos, el gay, el transgresor, el ingenuo, el niño y el deseo. Jugamos mucho juntos y reímos más de lo que conversamos. Sin embargo, tu alma estaba ahí y la mía también. Nos acariciamos. Seguiremos haciéndolo, aunque en otra esencia, con otros cuerpos y en otras distancias.
No imagino cómo serán los paisajes que ahora encuentras. Ojalá mi incredulidad sea cierta y sólo duermas. Ojalá sea verdad que no hay nada después de la muerte y ese dolor, esa angustia, esa zozobra que nos hacían cómplices, no existan más.
Si no es así, deseo que Dios sea infinito y te reciba gustoso. Que navegues en mares de azhares y jazmines, que te encuentres con mi madre y le hagas compañía.
Desde que ella murió, todas las angustias, todos los dolores volvían todo incierto… Ahora me duele, Victor, como aquella noche que desperté llorando, pues había soñado que mama había muerto. Cuando me di cuenta de que eso no era un sueño, cesaron la angustia y el miedo. Caminé entre espuma, en medio del dolor y la locura. Nada era real ni cierto. El dolor no me alcanzaba, se me iba el alma. Hoy, Victor, se me ha ido el alma cuando lo escuchaba. Se me ha ido el alma un instante y no te ha alcanzado, pero fue a por ti.
¿Dónde andarás, Victor? ¿Estarás con ella? ¿Estarás como ella en mis días, mis tristezas, mis sueños, mis desesperanzas?
Estuvimos juntos en el desamor y sabemos bien lo que nos dolía; por eso no hablábamos, por eso bastaba con nuestras sonrisas.
Ahora no me basta con este dolor, ni con tu recuerdo, ni con tu voz, ni con tus caricias. No me basta nada. Sé que no te vas. Sé que no me abandonas. Sé que no te veré. Sé que te llevaron ¿A dónde? ¿Con quién? ¿Por qué fue así?
Sólo espero, Victor, que duermas, o si no que rías, y que en el desvelo y que en la zozobra, tú y mi mama se hagan compañía.

Desencuentros

2- febrero- 2002


Mundo, esto es muy sencillo. Las palabras reptan por entre mi mente como espigas de humo.
No atino a decir, no atino a encontrar la palabra justa de lo que me duele.
Pareciera que la angustia borró de mi mente todas las ideas. Me dejó sin garras y no puedo asirme ni al lenguaje cierto ni al lenguaje incierto para que me creas.

Creo, Mundo. He creído tanto que perdí la cuenta y creí ilusiones que yo había creado. Creí que era cierto el amor. Crei que era posible hallar en el otro algo de ti mismo, y creí posible que el otro se hallara en tu cuerpo. Creí en “la invasión de la carne por el espíritu”.
Creí en la nobleza de un hombre. Creí en la ternura de un hombre. Creí en la sinceridad de un hombre. Creí en la soledad como un goce, y en él como mi fatiga y mis bendiciones.

Ahora entiendo, Mundo, que nada era cierto. Que crear no basta. Que la vida es violenta, turbia, incierta. Que no hay posibilidad alguna de tocar el alma, de hallarte en el otro; que el otro se esconde, toma y se retira; que el otro es egoismo, placer y miseria.
Mundo, he entendido eso que tú tanto nombras, he estado frente a ella y me aterra. Ahora estoy herida por la miseria del espirítu.
1-febrero-2002

No me extrañaría que cualquier día de éstos alguien me contara que estás por casarte con tal fulanita. Sabría entonces que te ganó el afán de saber, que como cualquier otra necesidad urgente y zafia, requiere financiamiento.
Quizás tu novia tenga un coño más estrecho que el mío, unos senos turgentes y unos labios púrpura. Pero otra boca como la mía, tan lasciva, tan concupiscente y alevosa… Nadie más la tendrá.
Nadie te hará enloquecer como lo hice yo, ni te estremecerás al contacto tibio, húmedo y desordenado de mis zarpazos.
Nadie, nadie te comerá la polla como yo, ni despertará el deseo atroz que te hacía contraerte en un estertor de placer y muerte.
Nadie te lamerá con el deseo frenético que yo lo hice; ni se acurrucará a tu lado con la resignación del deseo satisfecho a través del otro, del cuerpo ajeno que llevaste al orgasmo olvidándote del propio.
Nadie enloquecerá por tu espíritu tímido y cetrino; ni verá coraje en el resentimiento que repta por tu inteligencia.
Nadie soñará con verte, deseará adorarte, cubrirte de rosas, jasmines, estrellas y cielos.
Nadie encontrará al deseo en tu cuerpo fofo y blanquecino, ni verá serpientes donde había rencores, ni verá gigantes donde había temores.
Lo único que no te permito, amor, es que me prohibas soñar.

viernes, 16 de enero de 2009

TRES MOVILES

ESC. 1. INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. NOCHE
(Inicia Flash back)Sobre la cama está la maleta de lona. Carlos sentado sobre la cama llora en silencio, Federico sentado a horcajadas frente a él, resignado. La puerta ligeramente entreabierta y Jose está a punto de entrar pero se detiene al escuchar la conversación.
CARLOS:
¡…Entonces no te cases!, ¡vámonos de aquí, a…/!

FEDERICO:
(Interrumpe) ¡A Hong Kong? )Abre la maleta) ¿Crees que con esto nos alcance?

Federico besa a Carlos, apasionado. Jose los observa conteniendo su rabia y su dolor.
ESC. 2. INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. DÍA
(Regresamos al momento actual). Carlos termina su relato.

CARLOS:
¡Lo mataste porque íbamos a huir juntos!

JOSE:
(Contenida)Se te olvida un detalle importante, ¡Yo no estaba anoche en este departamento!

QUIQUE:
(Vehemente) ¡Es cierto, ella no pudo entrar, estaban los cerrojos puestos!

RODO:
¡Es cierto…! ¡Alguien más hizo el trabajo por ella!
La cámara se funde sobre la cara de Rodo.

ESC. 3 INT. DEPARTAMENTO- PASILLO. NOCHE.
(Insert flash back). Jose sale llorando abre la puerta del depto. y tropieza con Quique, que llega. Se abraza a él.

JOSE:
¡Quique, tienes que ayudarme…!

Antes de que Quique logre preguntar qué sucede ella lo besa y él responde al beso.

ESC. 4. INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. DÍA
(Regresamos al momento actual). Rodo termina su relato.

RODO:
(A Quique) No creo que le haya costado mucho convencerte de que mataras a Federico.

Carlos llora. Quique saca una pistola y los apunta. Toma a Jose de la mano.
QUIQUE:
(Cínico, sonríe) Pues entonces decidan… Guardamos el secreto y nos repartimos el dinero, (señala a Rodo y Carlos) O ustedes también se mueren.

FIN.

TRES MOVILES

INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. NOCHE
(Inicia Flash back)
Sobre la cama está la maleta de lona. Carlos sentado, llora en silencio. Federico, fuma y camina impaciente por la habitación, la puerta está ligeramente entreabierta, ellos no lo advierten.
CARLOS:
(Contenido) No te puedes casar…

Federico le da un golpe suave en la cabeza.

FEDERICO:
¡Hey, despierta, nos divertimos pero…/

Vemos por la abertura a Jose, que está a punto de entrar pero se detiene al ver a Carlos que interrumpe a Federico besándolo en la boca impulsivamente. Federico lo rechaza.

FEDERIDO:
(Terminante) ¡Entiende, se acabó! ¡Yo amo a Jose!

(Regresamos al momento actual). Jose Llora al terminar el relato. Carlos sostiene débilmente el cuchillo en la mano, como derrotado.
JOSE:
(A Carlos) ¡Por eso lo mataste! ¡Porque me prefirió a mí!

Quique sorprendido. Rodo escéptico. Carlos paralizado.

RODO:
(A Jose) ¿No lo habrás matado tú, por celos?

Jose herida y furiosa por el comentario, enfrenta a Rodo.

JOSE:
¡Yo lo perdoné porque lo amaba! (Pausa, explica, señala la maleta) ¡Ése era su último trabajo, y lo que ganara iba a ser para nuestra boda!

Carlos se delata, enfrenta a Jose empuñando el cuchillo.

CARLOS:
¡Mentira! ¡Tú lo querías obligar a casarse contigo!

QUIQUE:
(Firme) ¡Dame ese cuchillo, Carlos!

Carlos duda un instante, se lo entrega y se deja caer al suelo, llorando.
CARLOS:
Yo no quería matarlo…

TRES MOVILES

INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. DÍA.
José llora en silencio. Quique observa evaluando.

RODO:
(Desesperado) ¿Cómo pueden creer que yo lo maté! (Silencio de todos) ¡Era mi amigo, fumábamos juntos!

JOSE:
¿Lo mataste por la droga o por el dinero?

Rodo busca el apoyo de Enrique, es el único que no lo ha acusado.

RODO:
¡Quique, tú me crees, verdad?

Quique saca sus propias conclusiones. Vemos el cuchillo ensangrentado que asoma debajo de la cama.

QUIQUE:
Hace unos días desaparecieron varias cajas de somníferos de mi maletín…

CARLOS:
(Urge) ¡Llama a la policía ya, Enrique!

Jose mira con recelo la urgencia de Carlos. La furia de Carlos aumenta conforme escucha a Quique.

QUIQUE:
(Continúa, a Carlos) Por eso no escuchamos nada ¡Nos durmió!… (A Rodo) ¡Quisiste hacernos creer que fue la mafia, pero pusiste los cerrojos y ese fue tu error!

Carlos toma súbitamente el cuchillo y amenaza a Rodo con él.
CARLOS:
¡Llamen a la policía, o éste se muere igual que Federico!

Jose saca conclusiones.
JOSE:
¡Claro! ¡Si ya mataste a Federico, qué más te da matar uno más!

CARLOS:
¿Estás loca! ¡Ya todos sabemos que fue Rodolfo!

JOSE:
(Enfrenta) ¡Armaste todo esto para inculparlo, pero lo hiciste tú! ¡Mataste a Federico porque se iba a casar conmigo!

TRES MOVILES

INT. DEPARTAMENTO. CUARTO FEDERICO. DÍA.
Carlos se sienta junto al cuerpo de Federico y le cierra lo ojos, lo observa deseando acariciarlo. Rodo muestra el dinero para convencerlo.

RODO:
(Mostrando)
¡Un cuarto de millón de dólares para quién!

Carlos lentamente quita la sábana para ver por última vez a Federico, no se atreve a tocarlo.

JOSE:
(Molesta) ¿Y Federico?

Carlos parece absorto en si mismo, como autómata recuerda y repite.
CARLOS:
(Para sí) “Tíralo a la basura…”

Todos lo escuchan y reaccionan en contra.

QUIQUE:
¡Qué? ¡Estás loco!

Carlos se pone de pie de súbito, y sin darse cuenta jala la sábana dejando el cuerpo al descubierto.

CARLOS:
¡Rodolfo estaba planeando cómo deshacerse de Federico! ¡Y yo sin saberlo le dije que lo tirara a la basura!

En el abdomen el cadáver tiene un símbolo oriental ensangrentado. El asesino se lo hizo con el cuchillo. José se queda pasmada al verlo. Llama la atención de todos hacia el símbolo.

JOSE:
(Señala el símbolo) ¡Yo he visto eso en otra parte…!

Rodolfo palidece al verlo. Quique se abalanza sobre él. Para quitarle la playera.

RODO:
¡Suéltame, imbécil!

Quique le arranca la playera a Rodo, y al descubierto queda, en su pecho, un símbolo idéntico, tatuado.

CARLOS:
(Perplejo)¡Fuiste tú! (Estalla)¡Tú mataste a Federico!

TRES MOVILES

INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. DÍA
La cámara abre con una revista de “novias” junto al cadáver, aún cubierto por la sábana. Jose, histérica llora y lo golpea. Siente una mezcla de furia y dolor.

JOSE:
(Al cadáver) ¡Te lo dije! ¡Sabía que ibas a terminar así!

Quique intenta controlarla, la separa del cadáver. Carlos

QUIQUE:
Jose ven, ven conmigo.

Carlos consternado, enfrenta a José.

CARLOS:
(Consternado) ¿Por qué sabías que lo iban a matar! ¿De qué estás hablando!

Jose se zafa de los brazos de Quique y abre la maleta que está a los pies del cadáver.

JOSÉ:
¡Hablo de esto!

Descubrimos que en la maleta hay bolsas de cocaína y fajos grandes de dólares. Rodolfo mira la maleta fascinado y mientras los otros discuten, él toma los fajos de billetes.

Carlos no puede creer lo que ve.

CARLOS:
¡Mentira! ¡Carlos no estaba metido en eso!

Carlos busca la mirada de Rodo, esperanzado de que niegue la relación de Federico con la mafia, pero Rodo asiente.

QUIQUE:
¡No toquen nada, tenemos que llamar a la policía!

Carlos conmocionado va hasta la cama y se queda mirando el cuerpo.
RODO:
No tenemos que llamarla…

QUIQUE:
(Sorprendido) ¿Qué dices!

RODO:
(Emocionado) ¡Aquí fácil hay más de un millón de dólares! ¡Y puede ser todo nuestro!

TRES MOVILES

ESC. 1. INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. DÍA.
Quique cubre el rostro de Federico con la sábana. Hace un esfuerzo por controlarse.

QUIQUE:
Hay que llamar a la policía.

Carlos de pronto se echa a llorar sin poder contenerse, la imagen del hombre metódico se derrumba. Rodo está muy nervioso e intenta bromear para romper la tensión.

RODO:
(Nervioso) ¡No mames, y ahora quién me va a surtir la mois!

En ese momento suena el timbre del departamento. Los tres se sobresaltan.

CARLOS:
(Asustado) ¿La policía!

Quique responde dirigiéndose hacia la puerta.

QUIQUE:
Imposible, no le hemos avisado.

ESC. 2. INT. DEPARTAMENTO- PUERTA. DÍA
La cámara abre con la imagen de la puerta de entrada. El timbre suena cada vez con mayor insistencia.

Rodo camina detrás de Quique, quien se detiene de súbito frente a la puerta, sorprendido. Los seguros internos, manuales, están puestos.

QUIQUE:
Todos los seguros están puestos.

RODO:
(Deduce) ¡Eso quiere decir… Que el asesino sigue aquí!

QUIQUE:
(Pasmado) O que uno de nosotros lo mató…

Los dos pasmados con sus conclusiones, empiezan a golpear la puerta con los puños. Es Jose(25), la novia de Federico.

JOSE:
(Voz en off. Exasperada, grita)¡Abre, Federico!

Reacciones de Quique y Rodo.

TRES MOVILES

INT. DEPARTAMENTO- COCINA DÍA
Carlos desayuna café y pan tostado. En la mesa están ordenados meticulosamente la mermelada, la mantequilla y el azúcar. Carlos viste de traje, impecable. Rodo entra a la cocina, le quita la rebanada de pan a Carlos y la muerde. Carlos lo mira molesto. Fuera de escena se escuchan ruidos. Es Quique azotando cosas en su cuarto, busca algo desesperado.

RODO:
(Habla con la boca llena)¿Qué se hace con un animal muerto?

QUIQUE:
(VOZ EN OFF)
¡Coño!

Rodolfo deja nuevamente la rebanada de pan en el plato de Carlos, éste la hace a un lado y toma una nueva, rebanada. Empieza a prepararla metódicamente.

CARLOS:
Tíralo a la basura.

Quique irrumpe. Viste de blanco y tiene puesta una bata de médico. En la mano lleva un maletín. Se va poniendo el reloj de mano. Luce apresurado. Rodo se prepara un churro.

QUIQUE:
¿No han visto las llaves de mi carro?

RODO:
Seguro las tiene Federico.

Quique deja el maletín en una silla y va apresurado al cuarto de Federico. Carlos mira con desapruebo a Rodo, que fuma su churro, éste le echa el humo en la cara y ríe.

QUIQUE:
(VOZ EN OFF. ALARMADO) ¡Traigan mi maletín!

Carlos y Rodo se miran extrañados.

INT. DEPARTAMENTO- CUARTO FEDERICO. DÍA
Carlos y Rodo, paralizados en el umbral de la puerta. Vemos a Federico que levanta la cabeza. Carlos le extiende el maletín.

QUIQUE:
Ya no hace falta. Está muerto.

La cámara se abre. Vemos el cadáver de Federico, boca arriba, cubierto por una sábana blanca ensangrentada. A los pies de éste hay una maleta grande de lona, que pasa casi desapercibida.

FRAGMENTO DE LA PALIDEZ

I
Tan estruendoso era el crepitar del fuego que mitigaba las voces de la muchedumbre. Los tonos amarillos y naranjas de la hoguera se devoraban. En el centro estaba un hombre, sobre un trono de hierro. Sus ojos tan desorbitados parecían alcanzar la corona. Ya no se escuchaban sus alaridos agudos, pero la mueca sobrepasa el horror.
Alrededor de la hoguera observaban sus compinches silenciosos, se les veía aterrados. La plaza y la catedral de Csejthe se inundaban de ese olor a carne achicharrada. Uno de los cómplices comenzó a santiguarse. Ni los grilletes, ni el verdugo, ni los servidores fueron suficientes para apaciguarlo. El fuego había apagado su voz y la reyerta.
La humareda apenas llegó a ser vista en el recién liberado castillo de Csejthe. Fue apagada cuando la carne comenzaba a ennegrecer.
No sentí nada, ni siquiera asco, cuando el verdugo, con la destreza de un barbero, diseccionó el cadáver, del que brotó un poco de sangre espesa, de color oscuro. Desde la tribuna donde estábamos mi tío el Rey y Emperador, mis padres y yo, los órganos se veían como encogidos.
Todos los secuaces tuvieron que comer de aquél cadáver retorcido. Ninguno se resistió a las lanzas de los soldados, pero en cada uno de sus movimientos yo podía leer el terror y el arrepentimiento.
El trono y la corona de hierro fueron enviados a Viena, al castillo del Emperador Maximiliano II, mi tío, como testimonio de nuestra justicia.
Después, el resto de los rebeldes fueron ahorcados. Mi padre decidió que sus cabezas las dejaron clavadas en estacas en medio de la plaza pública, como ejemplo para los demás.
Nunca más se ha hablado de Doszá ni de la rebelión, aunque en silencio todos recuerdan el castigo.
Los siguientes años han sido de relativa paz con el Emperador Rudolph y El Turco.

XX
Un hombre de negro, alto y delgado llegó ya muy noche a Csejthe. Con la rapidez y la gracia de una gacela recorrió los angostos corredores del castillo hasta la alcoba de la Condesa, quien lo esperaba desnuda, dentro de una enorme tina de cobre donde sus doncellas la bañaban.
En los muros dos siluetas besándose con la urgencia de dos nuevos amantes se dibujaban. El agua escurría por el cuerpo de Erzsébet, de pie aun dentro de la tina. A un gesto suyo las doncellas se retiraron. Dorkó a horcajadas besaba los muslos y quitaba las ropas mojadas a la visita. Erzsébet con las piernas muy abiertas, en la tina, se lavaba la vagina, frotándola lentamente.
-- Hazlo por detrás, ponte de rodillas. -- Le pidió el caballero y Erzsébet obedeció sumisa. –Me gusta mirar tu hermoso cuerpo.-- A horcajadas él pasaba su mano sobre la piel mojada de Erzsébet. Al llegar al ano lo abrió metiendo dos dedos llenos de manteca, el culo se contrajo y ella entreabría la boca como quien espera recibir un exquisito fruto. Ilona preparaba los ungüentos de mandrágora y la manteca. Él deslizó la otra mano y la metió completa en su vagina, untándola con la mandrágora. Entró en la tina y Erzsébet comenzó a quitarle las ropas, debajo de ellas había un pubis llano y unos grandes y tersos senos. Erzsébet ansiosamente mordía esos pezones claros, ya su mano untaba con urgencia manteca en la vagina de la desconocida.
En la cama, Erzsébet estaba a cuatro patas y de cara a la cabecera, la dama metía profundamente la lengua en el misterioso lugar donde la mandrágora magnificaba los placeres
-- Más, más. Hazlo más rápido. -- Jadeaba Erzsébet y humedecía sus labios con la lengua. Con las dos manos, la mujer mantenía bien abiertos la vagina y el ano de la Condesa y ordenaba a Ilona que los oliera. Cuando ésta lo hizo, la dama sacó los dedos de la vagina, y mandó a Ilona que los chupara, después se los clavó con fuerza en los ojos. Al unísono del grito, Erzsébet y su amante rieron estruendosamente. La mujer continuó lamiendo la vagina de Erzsébet, que permanecía acostada boca arriba y con las piernas abiertas.
- Chúpame.- le pidió a Ilona.
Los gemidos de Erzsébet eran incontrolables; echaba el culo hacia atrás y hacia delante con gran fuerza, la lengua de Dorkó entraba y salía suavemente de su ano. Erzsébet comenzó a orinar. La dama abrió la boca ávidamente para tragar esos orines, sus pezones erguidos eran más cortantes que una cuchilla. Las dos mujeres se besaron con lascivia. A la condesa Dorkó le metió en la vagina la cola de una serpiente negra y ella empezó a retozar con mucha energía. La dama se colocó sobre su cara y Erzsébet clavó la lengua en esa vagina con olor a sangre descompuesta. La condesa se estrujaba los pechos en un largo y sostenido orgasmo.

Seguidores